Las plantas empleadas para el tratamiento se pueden clasificar en diferentes grupos:
Plantas con precursores del ácido salicílico
Corteza de sauce (Salix alba): sus principios activos derivan del ácido salicílico (salicina). Posee una acción analgésica, antiinflamatoria y antipirética. El metabolismo transforma el principio activo en ácido salicílico que inhibe la síntesis de prostaglandinas. Se utiliza en el tratamiento de dolores inflamatorios, trastornos reumáticos, fiebre y dolor de cabeza.
Plantas con iridoides
Raíz de harpagofito (Harpagophytum procumbens): la acción se atribuye a los iridoides (harpagósido, harpágido, procúmbido). Se trata de una droga amarga. Posee acción analgésica y antiinflamatoria. No es útil en el caso de inflamación aguda sino en inflamaciones crónicas como afecciones reumáticas, artrosis dolorosas y tendinitis.
Plantas rubefacientes y revulsivas
Contienen sustancias que actúan sobre las terminaciones nerviosas sensoriales provocando una irritación local. Se emplean por vía tópica porque esta irritación proporciona un alivio del dolor y de los espasmos musculares de las zonas más profundas. Se emplean en tendinitis, lumbalgias y artritis reumatoide. Encontramos dentro de este grupo la mostaza, alcanfor, esencia de Romero, y de trementina, menta, árnica...
Plantas antiinflamatorias y antigotosas
Cólquico (Colchicum autumnale): el principio activo está constituido por alcaloides (colquicina). La acción de la colquicina es antiinflamatoria y útil específicamente en los ataques agudos de gota. Acompañan a los efectos principales unos posibles efectos secundarios que consisten en trastornos digestivos. Se ha de controlar mucho la dosificación porque la dosis terapéutica está próxima a la dosis tóxica y puede producir la muerte por asfixia.